Si tienes un bebé de los gordos gordos gordos, no te preocupes. Cuando el moflete parece que estalla, cuando los rollos de piernas y brazos alcanzan una compacta densidad, no te preocupes. El niño come y come mejor que bien. Tal vez llore entre cuchara y cuchara mientras sostiene un pedazo de pan en cada puño. Lo mejor será utilizar dos cucharas. Al terminar el puré en menos de 3 minutos, vuelve el llanto desconsolado. Toca el yogur. Y para rematar, tal vez convenga darle una galletita para favorecer la armonía familiar.
Mientras el niño no camine, no hay que alarmarse. Cuando lo haga y pierda peso, uno se olvida de aquella circunferencia perfecta que fue la cara de su bebé. Y el bebé con los años se estiliza.
Os pongo dos casos de interés. Las dos se llaman Ana, las dos fueron obesas antes de caminar y las dos, a los 18 años, se dedicaron a la moda. Viendo el antes y el después uno concluye: No hay que alarmarse pues.
Antes |
Después |
1 comentario:
lo que está claro es que los más gorditos son los bebés más ricos!
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