
Al comprobar que el fondo del armario del cuarto de la niña daba para mucho decidí instalar en él una colchoneta a modo de cambiador y todo aquello necesario para el cuidado del bebé: pañales, cremas, toallitas, cepillo, colonia, peine, baberos aceites, bodies...
Sus tías se encargaron del vestuario: faldones, jerseys, camisas de batista, peleles, ranitas, patucos y capotas de todos los tamaños y colores. El padre, de la iluminación. Dos lámparas que funcionan con pilas son suficientes para disfrutar de todas las posibilidades del armario.
La niña se entretiene con ses amis de l'armoire: Cécile, Anne, Jean y François, mariquitas recortables antiguas, que sirven de excusa para hablar en francés mientras cambiamos de atuendo. Y como es un poco coqueta, concluye este ritual con una vistazo al espejo antes de que su madre la levante y cierre las puertas para salir de paseo.